Los tiempos han cambiado, lo sabemos y, aunque
tengamos una sensación de que nada cambia siento que inconscientemente más allá
de una quietud aparente desilusionada, vivimos una revolución silenciosa.
En el fondo todos creemos conocer la fórmula
para cambiar y mejorar la vida aunque en realidad solo sepamos lo que no
funciona, lo que no hay que hacer y por supuesto no seguir repitiendo, porque
no es ético.
Esto último, en el fondo y en la forma, es
bueno ya que conocer y ser conscientes de lo que debe mejorar es imprescindible
para hacer un cambio a mejor. Si nos ponemos manos a la obra y nos dedicamos
individualmente a mejorar en nuestra compleja
vida personal todas aquellas acciones que no creemos éticas, inconscientemente
ya estamos inmersos en una pequeña revolución. Una revolución silenciosa e
inconsciente ya que los cambios que buscamos y pedimos todavía no son apenas
visibles. El paso del tiempo siempre ha sido necesario para ver realmente los
cambios que día a día se fueron generando hasta ser reales y sobre todo porque
se producían en una gran mayoría de personas.
Hace ya unos años que los movimientos sociales
se pusieron en marcha, las personas se agruparon, se comunicaron en diferentes
lenguajes, se expresaron en conceptos e ideas conjuntas apoyados entre miradas cómplices
y sentimientos similares. Hoy nos parece más próximo el dialogo y la libertad
de expresión, creencias e ideas o al menos se avanza hacia ese objetivo.
Todavía no se sabe si pesa más el deseo o la
buena voluntad de que así sea o si será suficiente el deseo y la buena
voluntad.
Creo que no, creo que la revolución silenciosa
a la que me refería viene dada en nuestra actitud personal, solitaria e
individual, en nuestra comunicación interna de conocernos bien sin trampas ni
mentiras, comprendiendo exactamente lo que podemos mejorar personalmente. Y siento
que la revolución será un hecho cuando una gran mayoría social haya cambiado
individualmente, viviendo de una forma pacífica y respetuosa.
Hoy se necesita este cambio y se busca más que
nunca, muchas personas despiertas estamos haciendo que sea algo natural, sin
batallas, sin demostraciones, sin esfuerzo y en diálogo.
Esperemos el paso del tiempo para contar al
mundo la realidad de una revolución social, un movimiento social colectivo con
nombre y apellido, que logre ser más autentico y consecuente, más creativo,
consciente y espiritual.
Los tiempos están cambiando, la sociedad también
porque nosotros estamos cambiando, la revolución no tiene nombre todavía pero
nosotros podemos ser los protagonistas silenciosos y osados que lo dirigen.
Es tiempo de cambiar sin lugar a dudas y es
bueno que lo hagamos conscientemente.