Este final de año me trae sorpresas muy agradables dentro del arte.
Apartada de las galerías, apartada del mundo
artístico profesional o social desde ha ya 20 años he ido caminado y
aprendiendo a vivir el instante diario de forma creativa. A lo largo de toda mi
vida siempre han surgido pequeños momentos creativos, aparentemente
accidentales, que han marcado de forma especial el rumbo de mis decisiones
profundas: los colores, algunos versos, la música, algunas esculturas,
compromisos…
Hoy, de nuevo la vida me recuerda a través de
circunstancias y momentos casuales los compromisos que adquirí ya desde niña y
que nunca olvidé y no debo olvidar.
Uno de esos momentos especiales que la vida me ha
ofrecido a través de la prensa de estos días es la noticia de que Perico Pastor
ha pintado unas grandes telas para la capilla de San Justo y Pastor. No las he
podido ir a visitar todavía ya que hasta principios de año no se podrán
admirar. En mi espera he podido disfrutar de una exposición de Perico que me
lleva de nuevo a la fuerza del color, color que define su pintura y que siempre
me impulsa a seguir. Color que guía mi vida y que debo seguir experimentando y
sintiendo.
La segunda alegría ha sido leer la noticia del reconocimiento
que se le hace aquí en España a Jaume Plensa, escultor y artista que busca
siempre la forma para mostrar la belleza. Se le ha concedido el premio
Velázquez de las artes en reconocimiento por su renovación en el lenguaje
plástico de la escultura integrando poesía y autenticidad. Y me alegro porque
las esculturas de Plensa, poesía interior deslizándose por el hierro de sus
esculturas me mostraron, en un momento difícil de mi vida, la fuerza de mi
camino. Me permitieron despertar y tomar conciencia de que debía de ser yo misma las 24 horas del día sin
claudicaciones ni concesiones. Reafirmo su frase “La cultura es el alimento
para el cuerpo y el alma”.
Estas noticias ratifican mi sentir de la
importancia del arte en la sociedad aportando valores que parecen estar
perdidos y, una vez más, me permiten sentir que merece la pena seguir viviendo
desde la sinceridad y honestidad más allá de buscar reconocimientos externos.
Me impulsan a seguir adelante en la búsqueda interior a pesar de las
dificultades momentáneas que la vida nos depara, como una oportunidad única,
para seguir aprendiendo a ser auténticos.