Las medio mentiras y las mentiras envueltas en
buenas intenciones aparentes, muchas veces se convierten en verdades terribles
difíciles de aceptar y asumir.
Podríamos distinguir dos clases de verdades: la
verdad de la mente y la verdad del corazón y junto a ellas dos claras actitudes
con rasgos diferentes. La primera tiene su fuerza y su convicción en la razón
de la lógica, los datos y la mirada inconsciente y automática hacia el futuro o
el pasado, es decir, prevé consecuencias. La segunda, la verdad del corazón,
parte de la razón del co-razón que subyace en la profundidad del ser donde no
hay datos y si sentimientos, donde no hay futuro ni pasado, tan solo un eterno presente en cada instante.
En la verdad del corazón, ni existe crítica ni
juicio, no hay expectativa, ni deseo y desde luego no existe el miedo ni la culpa.
Sólo se percibe un sentir hondo asumiendo una realidad clara y concreta que
puede expresarse sin agresiones, porque la verdad conlleva rigor, sinceridad,
valentía y generosidad. Una verdad que encierra silencio en la espera paciente,
del que sabe que toda circunstancia llega en el momento adecuado y aporta lo
necesario en el proceso de aprendizaje que se llama vida. Transformar o
disfrazar esta realidad convierte a la verdad en mentira. Decir la verdad desde
el sentir hondo del corazón también conlleva severidad, expresarla desde la
mente conlleva dureza incluso maldad disfrazada, aunque sea inconsciente.
La severidad del corazón no hace daño, solo nos
pone delante aquello que nos cuesta ver y aunque nos moleste reconocerlo no nos
sentimos heridos, al contrario se agradece ya que nos permite aceptar y
reaccionar para actuar y poder cambiar la actitud.
En cambio en la verdad de la mente, la dureza
de la crítica y el juicio si hace daño, generan reproche, maltrato, injusticia,
rencor, rabia y alimenta la separación y el distanciamiento.
Mentir nos separa de la conciencia-luz y nos
penetra en la sombra de la ignorancia.
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Decir la verdad a medias, crear mentiras
piadosas, creer que la verdad duele, pensar que no se puede ser sincero… todas
ellas son actitudes de autoengaño.
Es mejor siempre ser sincero y honesto con
lo que sentimos y, sobretodo, ser consecuente con nuestra verdad del corazón,
única razón válida.
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