viernes, 20 de marzo de 2015

"Norma" Las normas



Luz dorada, cálido reencuentro en bellos lugares cargados de vibración elevada.


Penetrantes y bellos permisos envueltos en armónicos colores-notas fundiéndose en los corazones entre emotivos relatos. Historias conocidas en la experiencia propia que la vida misma nos obliga a vivir. Experiencias de todos los colores para aprender de la vida y en la vida. 

Emociones que hablan de amor y desamor en sus mil matices diferentes más allá de normas, culturas o tradiciones, más allá de creencias colores y razas, más allá de épocas y disfraces, más allá de diferentes lenguajes creativos. 

¿Por qué no disfrutarlas de tanto en tanto sin dejar que los recuerdos te arrastren, sin dejar que las emociones te embarguen? 

Poder observarlas de lejos, sentirlas desde fuera y disfrutarlas en un encuadre privilegiado nos permite descubrir la belleza que en ellas se encierra. Incluso sentir que nuestras propias historias también estaban o están envueltas en la belleza y la armonía que la luz nos entrega a través de los colores. Colores-Luz que nos acompañan en todo momento permitiéndonos comprender en el aprendizaje diario que las normas las podemos crear de acuerdo a nuestro sentir.


Norma, la norma, normas establecidas o puntualmente atrevidas creadas por uno mismo, normas, pautas, esquemas…

No más no r más, no más normas rígidas, culturales o sociales que impiden creer en nosotros mismos. Las pautas o normas creadas desde la ética personal, respetuosa y profunda apoyan nuestro sentir. Estas normas nos ayudan, nos reconfortan y nos dan la fuerza para ser nosotros mismos y desarrollar nuestro camino en orden.

El mes pasado la ciudad de Barcelona nos permitió disfrutar del eterno e inagotable lenguaje de la música y la voz a través de la ópera de Bellini “Norma”. Nos permitió sentir, palpitar, emocionar, disfrutar de la belleza durante unas horas en el maravilloso y cálido encuadre del Gran Teatro del Liceo. Privilegiadas voces de Sondra Radvanovsky como Norma y Ekaterina Gubanova como Adalgisa fundiéndose en duetos magníficos expresando una vez más el amor, la pasión, el valor o el desamor y el odio, el dolor, el perdón, la aceptación o reconciliación.

Diría que de tanto en tanto es necesario detenerse por unas horas en lugares especialmente bellos para observar, sentir y escuchar la vida con otra mirada que nos permita comprendernos más y sentirnos agradecidos. Una mirada profunda que nos lleve a recordar nuestras propias normas de respeto y armonía.

jueves, 12 de marzo de 2015

Algunos grandes seres



Algunos grandes seres que ocupan hoy el sillón de la historia, traspasaron olvidos, incomprensiones y críticas.
No todos se entregaron a sí mismos olvidando en muchos momentos el mundo que les rodeaba, ni supieron atravesar sus propias barreras humanas para mostrarnos otra realidad, una realidad más real y profunda que la vida misma. 
Algunos de ellos nos dieron la oportunidad de seguir avanzado para continuar en el aprendizaje y despertar a otra realidad y frecuencia, que con demasiada frecuencia se pierde por la importancia personal o el ego. Lograron mostrarnos realidades sin saber apenas que era un beneficio para la humanidad, porque ellos solo se atrevieron a traspasar su propia realidad terrenal en su búsqueda personal.

Algunos de ellos están en mi corazón y fueron marcando mi senda de aprendizaje, me transmitieron la fuerza para seguir, me inundaron de vibración silencio, me hicieron ver mis errores o me transmitieron sus comprensiones.

Alguno todavía sigue manteniéndose vivo en mi corazón para no olvidar que lo primero y más esencial es traspasar la propia sombra y dar pasos en el aprendizaje diario de intentar ser un ser humano que siente, intenta y anhela volver a su origen divino. Lo demás no importa demasiado.

Como no, uno de ellos es Antoine de Saint Exupery, él nos regaló sin ser consciente, un libro - cuento “El Pequeño Príncipe” que ha volada con las mejores alas, las del corazón. Seguramente aquella avioneta que lo arrastró a vivir unos días en el silencio de la soledad, atrapado en la arena del desierto del Sáhara fue un regalo en su vida para reencontrarse en su verdadera esencia.



Este fin de semana lo hemos trabajado, sentido, jugado, vinculado en nuestras vidas, comprendiendo infinidad de matices para poder alcanzar en cada uno de nosotros la fusión del adulto que es capaz de mantener la sabiduría del niño que habita en su interior. Un viaje al asteroide personal del ser humano que es capaz de buscar y reencontrarse.

Gracias por escribirlo y dibujarlo Antoine, te seguiré recordando a lo largo de mi vida y serás recordado seguramente a través de los siglos. A muchos otros grandes seres anónimos que mi corazón guarda, no los registrará la historia aunque tampoco es importante, mi corazón los lleva y se quedarán en mi historia personal trascendiendo tiempo, materia y espacio.