viernes, 21 de junio de 2013

Provocar Belleza




Mucho han cambiado los cánones del arte, mucho ha cambiado la sociedad y el ser humano.
Allí donde había capacidad de provocar belleza, emoción y grandeza hoy el arte expresa en general pasiones que muestran dolor, peligro incluso angustia. Emociones todas ellas validas de la estructura ya aceptada de lo que se considera arte. Emociones que impactan en la mente llenándose de horror al mismo tiempo, que provocan placer. Placer que atrapa y encierra la necesidad del ser que habita en cada persona y que reclama respeto ante tanta agresión.
El arte, según mi sentir y práctica, nos permite expresar la belleza interior y exterior, y esto no solo aporta armonía sino grandeza, asombro, silencio interior, serenidad, bienestar… Armonía que le permite al ser humano sentir su propia grandeza al mismo tiempo que reconoce humildemente su pequeñez.
El artista de hoy, comprometido como tal, debe sentirse en equilibrio con sus emociones, debe sentirse fuerte en el camino que escogió representar en la vida para que su equilibrio le permita expresar el sentir hondo de un corazón limpio. Debe ocuparse de curar sus emociones personales enquistadas por otros canales que no sean a través de la expresión artística.
Cuando así lo hace su expresión creativa se une con la verdad interior convirtiendo sus obras en una oportunidad de transmitir al resto de la humanidad una serena armonía, una visión profunda de la belleza, inalcanzable desde la razón, que provocará un positivo cambio de ánimo en todo aquel que lo contemple.
Es necesario que la conciencia despierte para sentirnos unidos a Todo, para sentir la libertad de encontrar nuestro lugar, la confianza para seguir adelante creyendo realmente que la vida tiene sentido vivirla intensa y conscientemente y sobre todo, para no dejarse arrastrar por la vorágine que  nos rodea.
Por suerte siempre quedan aquellos artistas comprometidos y, muchas veces poco reconocidos, que les interesa más vivir para el arte que no por el arte.