viernes, 4 de abril de 2014

Capacidad de sorpresa


Interés o seguridad, entusiasmo o comodidad, compromiso o no asumir responsabilidades… temas habituales en el día a día de hoy. Mi capacidad de sorpresa me sigue sorprendiendo y me gusta ser capaz de continuar sorprendiéndome aunque muchas veces sea desilusionador en apariencia. 


Resulta difícil entender que personas en su sano juicio, adultas y, aparentemente serias, de pronto se vuelvan esquivas, irrespetuosas e incluso hipócritas. Actitudes así resultan difíciles de entender porque no se entienden y mejor no perder el tiempo intentando entenderlas. Los motivos que puedan tener para tomar esa actitud no las justifican, tan solo podemos aceptarlas e intentar estar atentos para no imitarlas.

Parece ser que la comunicación sincera y el compromiso sean más un deseo que una realidad, sobre todo porque es la única salida para entablar acuerdos, formar equipos y conquistar mejores logros. ¿No es para sorprenderse que conociendo estas recomendaciones inteligentes basadas en ejemplos prácticos no se pongan en práctica?

Prefiero seguir sorprendiéndome sí, y lo hice esta semana una vez más, seguramente la que viene también lo haré y me alegro de que mi capacidad de sorpresa no se pierda entre desilusiones o esperanzas, mejor que solo sirvan de recordatorio para no caer en esas actitudes. 


Y me gusta sorprenderme porque la sorpresa también puede aparecer y manifestarse en pequeñas cosas hermosas, imprevistas y sencillas; una llamada especial desde un lugar lejano o descubrir los brotes que me ofrece el jardín cada día. Después de tres años viendo crecer un árbol espontaneo, por fin este mes nos mostró su primera flor y su primer fruto, dejándonos mantener el espacio sorpresa hasta descubrir cuál será su sabor. Y una vez más la sencilla y pequeña bolsa de pastor se atrevía ayer a nacer entre piedrecitas, en un lugar de paso. Sin miedo a ser pisada se mostraba con sus pequeñas hojas verdes en forma de corazón. 

¡Qué sorpresa más dulce y delicada! Me permitió sonreír, agradecer y olvidar de inmediato las anteriores sorpresas grises carentes de vida propia.