viernes, 21 de noviembre de 2014

La Verdad nunca hace daño si surge desde el corazón



Las medio mentiras y las mentiras envueltas en buenas intenciones aparentes, muchas veces se convierten en verdades terribles difíciles de aceptar y  asumir.
Podríamos distinguir dos clases de verdades: la verdad de la mente y la verdad del corazón y junto a ellas dos claras actitudes con rasgos diferentes. La primera tiene su fuerza y su convicción en la razón de la lógica, los datos y la mirada inconsciente y automática hacia el futuro o el pasado, es decir, prevé consecuencias. La segunda, la verdad del corazón, parte de la razón del co-razón que subyace en la profundidad del ser donde no hay datos y si sentimientos, donde no hay futuro ni pasado, tan solo un  eterno presente en cada instante.

 La verdad de la mente en su actitud crítica y comparativa busca resultados o expectativas proyectándose hacia el futuro. Si se proyecta hacia el futuro, genera miedos inconscientes o conscientes, si la visión se proyecta hacia el pasado, genera culpas. En estos dos estados emocionales, miedo o culpa, normalmente e inconscientemente, se crea una reacción que produce mentiras piadosas o, envuelve la verdad entre rabia y queja. Una actitud y creencia “especie de salvoconducto para sobrevivir” intentándonos convencer con frases como: hice lo correcto, no tengo que hacer sufrir a nadie, así no se preocupará…. sin tomar conciencia de que la verdad a medias  hace daño a la persona a la que va dirigida.


En la verdad del corazón, ni existe crítica ni juicio, no hay expectativa, ni deseo y desde luego no existe el miedo ni la culpa. Sólo se percibe un sentir hondo asumiendo una realidad clara y concreta que puede expresarse sin agresiones, porque la verdad conlleva rigor, sinceridad, valentía y generosidad. Una verdad que encierra silencio en la espera paciente, del que sabe que toda circunstancia llega en el momento adecuado y aporta lo necesario en el proceso de aprendizaje que se llama vida. Transformar o disfrazar esta realidad convierte a la verdad en mentira. Decir la verdad desde el sentir hondo del corazón también conlleva severidad, expresarla desde la mente conlleva dureza incluso maldad disfrazada, aunque sea inconsciente. 

La severidad del corazón no hace daño, solo nos pone delante aquello que nos cuesta ver y aunque nos moleste reconocerlo no nos sentimos heridos, al contrario se agradece ya que nos permite aceptar y reaccionar para actuar y poder cambiar la actitud. 

En cambio en la verdad de la mente, la dureza de la crítica y el juicio si hace daño, generan reproche, maltrato, injusticia, rencor, rabia y alimenta la separación y el distanciamiento.

Mentir nos separa de la conciencia-luz y nos penetra en la sombra de la ignorancia.

Siempre me pregunté ¿Porqué hay personas que se quejan diciendo que la verdad hace daño? Porque detrás de la verdad inconscientemente se esconde la mentira, adornada de bondad, y falsa compasión. Es una verdad a medias expresada bajo la influencia e impulso del miedo o la culpa. 

Decir la verdad a medias, crear mentiras piadosas, creer que la verdad duele, pensar que no se puede ser sincero… todas ellas son actitudes de autoengaño. 

Es mejor siempre ser sincero y honesto con lo que sentimos y, sobretodo, ser consecuente con nuestra verdad del corazón, única razón válida.

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