jueves, 13 de marzo de 2014

La fuerza de la vida



Estando en el jardín dibujando vi una planta diminuta en lo alto del muro, ¿Cómo podía haber crecido allí? Se enfrentaba valiente, segura y humilde, no le importaba que nadie la viese, no le importaba ser tan pequeña y estar sola entre el cemento vertical que divide un jardín de otro. 
La tarde anterior pinté en esa pared el mar, una mirada al horizonte que siempre me calma y me permite creer en lo impalpable. ¿Querría verlo ella tan pequeña e insignificante? O ¿fui yo que sin saberlo se lo pinté para que se sintiese más acompañada? No lo sé y no importa mucho, lo que sí ha sido especial es sentir su fuerza, su valor y atrevimiento, su intención de no rendirse y estar donde siente que ha de estar. La misma fuerza que me impulsó a pintar desde niña y que ayer me invitó a pintar el mar en la pared del jardín para sentirlo y disfrutarlo todavía más, aun estando tan cerca de él.


Recordando esos instantes viene a mi memoria el encuentro del viernes pasado en el Parlament de Catalunya. Se celebraba, con anticipación, el día internacional de la mujer trabajadora, está claro que las experiencias de otras mujeres eran interesantes, sobre todo porque descubres que no estás sola, pero creo que las que estuvimos allí ya lo sabemos por experiencia propia. Creo que la voz ha de llegar más lejos, no nos cansemos de trabajar en lo que amamos y creemos y, el mundo cambiará. Quizá no lo podamos disfrutar como nos gustaría pero todo  cambia si uno actúa. 

Todo lo que hacemos, pensamos y sentimos está unido al Todo y, todo repercute en todo y en todos. No nos cansemos de seguir caminando en silencio humilde, con voz fuerte de ejemplo. Quizá deberíamos dejar de hablar de lo conocido, de los datos que se archivan y actuar con toda la voz, con más fuerza que nunca, en la honestidad y la creatividad de saber que ya toca mostrarse plenamente, que ya hemos de dejar de luchar para simplemente caminar juntas por nosotras y ayudarnos entre nosotras. 
 

No hay duda de que los hombres y las mujeres se complementan, creo en ello firmemente pero ¿por qué esperar a que ellos quieran hacerlo? Hagámoslo sin reparos, mostremos nuestra capacidad de empatía y liderazgo, mostremos que en equipo, hombres y mujeres, ambos ganamos. Mostremos con firmeza y humildad que las oportunidades son para todos por igual. 

Mostremos otra realidad, la de un mundo hermoso y completo, un mundo donde todos entreguemos lo mejor de nosotros, una vida mejor donde todo es posible porque creemos en ello. Creemos un  mundo de serenidad porque hemos aprendido a respetarnos, escucharnos y comprendernos. Hagámoslo posible con toda nuestra fuerza, asumiendo nuestro lugar, como la pequeña planta del muro. Decía San Francisco de Asís: “Empieza haciendo lo necesario, continúa haciendo lo posible; y de repente estarás haciendo lo imposible”. La fuerza de la vida es imparable ¡Vivámosla!.